Es como cuando anochece y sólo se escucha su lloriqueo tímido en la pieza de atrás. Como cuando los dedos se deslizan por la repisa del cuarto, tan fría en aquellas temporadas.
Pero a veces no. A veces es como cuando se sienta en las escaleras y canta melodías tan tontas que fascinan. También como cuando se sienta en la mesa a tomar café, té o mate y se llama Emilia.
Me contó alguien que me duele recordar que los días sábados por la mañana, tiene un hijo de seis meses y medio (u ocho o catorce, no recuerdo). Ah, y religiosamente el día que ustedes deciden (descontando este jueves), viene a visitarla Luis, Juan o Pedro (igual no me importa porque no los conozco).
Este jueves, Penélope dará cuenta de los hechos. No sé exactamente qué significa pero me dijeron que es muy importante. Es un problema, no sé si vestirme de gala para la ocasión. La última vez fui con la camisa que me gusta un poco y con zapatos de mi hermano. Estuvo bien y había cerveza. Prefiero la cerveza negra antes que la rubia. Más si es exótica, prefiero probar lo que no está tan a la mano. La periferia de nuestra cultura, diría Penélope (o Emilia). Pequeño artilugio burgués para no sentirse masificado, para remendar la compra de tantos pantalones de marcas conocidas.
Quiero creer que será de noche. El jueves, de noche. No sé qué día es hoy, pero debe faltar poco. Simple lógica deductiva, si la semana tiene siete días y es este jueves, faltan como máximo seis para la tertulia (¿tertulia? Sospecho que es una tertulia pero no puedo estar seguro. De todas formas, siempre me pareció pintoresca la palabra. Reminiscencia de mi infancia, de los manuales de tercer grado describiendo toscamente y con dudosa ideología las tertulias de comienzo del s. XIX). Ahora bien, si es a la noche, ¿debo cenar antes? Son famosos los platos griegos de Penélope. Ella se rehusa a darme las recetas. Nuevamente, lo exótico. Sin razón en realidad, Penélope no viene de familia griega. Tampoco teje. Tal vez pueda comer una manzana antes, dado que no me llenará del todo pero sí me ayudaría a aguantar en caso de que la tertulia no sea tertulia y no haya cena. Detesto la indeterminación. Maldita sea la crisis de blancos y negros.
Ya veré qué hago. Probablemente me quede en casa.
jueves, octubre 05, 2006
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