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Experimento demasiado poco osado como para considerarse como tal
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Comienza el conflicto el día en que Juan decide no comprar más manteca.
Juan llega a la casa con todas las bolsas del supermercado. Para abrir la puerta de calle, tiene que dejar algunas en el piso para liberarse la mano y buscar la llave en el bolsillo del jean.
Intenta hacerlo rápido; está oscuro y hay cartoneros.
(Su tía resuena en la nuca: “El peor horario no es bien a la noche. Es tipo ocho o nueve, hasta como a las doce. Cuando están los cartoneros están trabajando. Vieras los robos que hay por esas horas. Después vienen esos camiones enormes todos oxidados y se los llevan a sus villas y ahí está todo re tranquilo.”)
Juan abre la puerta y entra un poco fatigado. Deja las provisiones en la mesa. Sus hermanos se toman todo el tiempo del mundo para levantarse de los sillones frente al televisor. Juan se fastidia y explicita el mandato. (Igual, un poco los entiende. Están dando Seinfeld. Es buenísimo Seinfeld).
Los hermanos se levantan finalmente y van a ordenar los víveres. Cada cosa en su lugar. Minutos después la ausencia de manteca se hizo evidente. Apenas de dio cuenta, uno de los hermanos decidió denunciarlo.
- Che boludo, no compraste manteca.
- Ah, sí, ya sé.
Otro hermano:
- Pero, ¿qué vas a hacer con el bicho, boludo?
- No sé, ya me tiene podrido. Si me quiere comer, que me coma. Pero yo ya manteca no le doy.
Entonces algunos de ellos dijo, emulando a la madre:
- Bueno. Hacé lo que quieras.
Terminaron de acomodar y volvieron a la televisión. Juan hizo lo mismo. Seinfeld aún no había terminado por suerte. Después comieron los fideos que algún hermano hizo. Juan comió poco, estaban pegados y pastosos. Entonces dijo que no tenía hambre y se fue a dormir. Los saludó en dos o tres palabras y ellos contestaron en una o dos más sin dejar de mirar la televisión.
Se metió a la cama con su pijama roto y descolorido. En la pieza no había televisión. Prendió un cigarrillo. Por debajo de la puerta se sentían con breves intervalos las sonrisas pregrabadas de alguna otra comedia yanki. Bostezó de aburrimiento cuando el cigarrillo estaba carca de la mitad. Le dio una pitada más y lo apagó en el cenicero de la mesita de luz. A eso de las 3, el bicho debajo de la cama de Juan salió para comerlo.
Esa mañana sus compañeros de trabajo se extrañaron que llegara tarde.
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lunes, febrero 09, 2009
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